
Dirigir una película es una aventura compleja que puede ser el inicio de una larga carrera en el mundo del cine o el fin de la ilusión de un amante del séptimo arte. Es el momento de redescubrir a esos directores que, tras su primera experiencia tras las cámaras, no volvieron a dirigir nunca más. Todo un Charles Laughton no repitió tras un clasicazo como La noche del cazador y Herk Harvey rodó un único film pero de absoluto culto como Carnival of souls. ¿Alguien se acuerda de los superhéroes de Mistery Men? Pues de su director, nadie, como seguramente todos olvidamos que Ricardo Bofill perpetró Hot milk o que la secuela de El Mago de Oz traumatizó a una generación y acabó con la carrera de su creador Walter Murch.

Ni crítica ni público asimilaron dos cuentos oscuros tan dispares como La noche del cazador o Oz, un mundo fantástico. Al final, la película protagonizada por Robert Mitchum acabó por un convertirse en una clásico de la historia del cine y la cinta, protagonizada por Fairuza Balk, en un film de culto.

Todos nos acordamos del All Star de Smash Mouth que sonaba en Mistery men pero no de Kinka Usher que volvió a la publicidad tras rodarla. José María Castellvi era un prestigioso fotógrafo que intentó provocar a la audiencia con un thriller truculento en el que juntaba a la mujer de Ridley Scott, a Agustín González y a José Luis de Villalonga. Claro, no salió del todo bien.

Herk Harvey rodaba películas didácticas previniendo de las enfermedades venéreas hasta que un misterioso lugar inspiró su primer y único largometraje, Carnival of souls. Rufus Butler Sedler era un enamorado del cine mudo y de pioneros como Georges Melies y en Asesinatos anunciados volcó toda su pasión para terminar reciclándose en autor superventas de libros interactivos.

El estreno de Ocurrió cerca de su casa fue una auténtica revolución. Tres estudiantes belgas filmaban un falso documental sobre un asesino en serie que finalmente no fue el inicio de la carrera como directores de ninguno de ellos. Algo similar a lo que pasó con el televisivo Ricardo Bofill que, tras Hot milk, volvió al trabajo de su padre.
El inevitable PUESFALTANÉSTAS, de gente que hacía pelis en otros campos: Trumbo adaptándose a sí mismo con la todavía malrollera Johnny cogió su fusil, Stoppard haciendo lo mismo con Rosencrantz y Guildestern han muerto (sigue siendo una broma de listillo muy curiosa), Saul Bass con la invasión de hormigas de Sucesos en la cuarta fase, Brian Clemens con la peli del Capitán Kronos (merecía alguna secuela loca), o el pobre Jean Vigo, que se murió después de L’Atalante.
Y claro, La rebelión de las máquinas, cuyo aspecto no refleja la inteligencia de su director.