
A finales de los 80 y en buena parte de los años 90, el thriller erótico fue una auténtica maquinaria de taquillazos ofreciendo una reactualización del cine negro de femme fatale con desnudos de las estrellas del momento.
Los mejores directores de Hollywood han coqueteado con ese género y en ocasiones han rodado auténticos peliculones. Desde William Friedkin a Brian DePalma, pasando por Paul Verhoeven, Cronenberg o Kubrick se han adentrado en estas historias de fantasías sexuales, juegos de poder y crimen en taquillazos como Instinto Básico o Atracción Fatal, entre otros.
A la Caza escandalizó a la audiencia, Fuego en el el cuerpo nos presentó a Kathleen Turner, DePalma ofreció sexies revisiones de Hithcock, Adrian Lyne dio la campanada con Michael Doublas, Sharon Stone nos enseñó a usar el picapielos, Bruce Willis nos mostró sus genitales en El color de la noche y Neve Campbell metió a Matt Dillon en un Juego Salvaje. En España, mientras tanto, Vicente Aranda nos contaba un suceso de la posguerra en amantes pero, ¿por qué se perdió el interés en el thriller erótico?
Como en el argumento de una de estas películas, investigamos para dar una respuesta mientras dejamos pistas sobre nuestros propios fetichismos.